Maltrato Infantil


Siempre que se habla de maltrato infantil la imagen que viene a nuestras cabezas es la de un padre o madre golpeando a su hijo, sin embargo hay otro tipo de maltrato que no deja huella física pero sí psicológica, el llamado maltrato psicológico.

Un reciente estudio llevado a cabo por científicos de la Escuela Simmons de Trabajo Social de Boston (EEUU) muestra que no hace falta pegar a un menor para dejar señales de por vida en su personalidad, sino que basta con gritarle.

Los científicos revelaron que no esperaban los resultados obtenidos. Según comentó la directora del estudio: “Esperábamos que la exposición a la violencia física dejara cicatrices perdurables, pero no creíamos que nos íbamos a encontrar con que la exposición a gritos e insultos entre miembros de una familia tuviera efectos en la vida adulta”.

Según comentaron las consecuencias incluyen problemas de salud mental, concretamente depresión y abuso de alcohol y sustancias. Son personas más descontentas con sus vidas y sufren incluso una mayor tasa de desempleo.

Para el estudio recopilaron datos de 346 personas a través de varios informantes (padres, profesores…) e indagaron sobre la existencia de violencia verbal y/o física en sus hogares en edades muy concretas.

Analizaron cómo ambos tipos de agresiones influían en la vida de las personas al llegar a la edad adulta (30 años) y valoraron la salud mental, el estado psicológico, el puesto laboral, la salud física y la historia familiar.

De los sujetos estudiados un 55% reconoció que había vivido conflictos verbales y un 12% afirmó haber sufrido violencia física (que no es poco en ninguno de los dos casos).

Los resultados dicen que las personas que vivieron bajo insultos tienen un riesgo tres veces mayor de padecer un trastorno psiquiátrico a los 30 años que los que vivieron en familias estables.

Si la agresión es física el riesgo de problemas a nivel psicológico y de insatisfacción laboral y personal es mucho mayor.

Según la directora del estudio “es necesario crear programas preventivos precoces para los niños y niñas, así como fomentar la buena comunicación entre padres e hijos”.

Siendo sincero, creo que no era necesario un estudio para concluir que los gritos forman parte de un modo de expresión violento que puede resultar intimidante y que puede afectar a la personalidad de los niños.

Personalmente añadiría otros factores a los gritos que seguro que también hacen mella (quizás incluso más) en la personalidad de los niños, pues no hace falta, de hecho, gritar para menospreciar a una persona. Ignorarla (no hacer caso a las peticiones, a los llantos, a las llamadas,…), hacerla sentir inferior, reírse de ella, etc. forman parte del amplio abanico de recursos que utilizan muchos padres para “educar” a sus hijos.

No quiero acusar a nadie. El que esté libre que tire la primera piedra. También yo he gritado a mi hijo en algún momento y seguro que la mayoría de padres lo hacen.

Es normal, forma parte de la herencia educativa que nos llegó de nuestros padres y de nuestros profesores. Cuesta demasiado desprenderse de lo aprendido desde la infancia.

Repito, es habitual gritar a los niños, pero eso no quiere decir que esté bien, debemos aprender a no hacerlo (y contar hasta diez) pues merecen ser tratados como las personas que son. Un “siento haberte gritado”, muestra que papá y mamá también somos humanos.

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